domingo, 1 de enero de 2012
1 de enero 1959
Cuba amanece sin Batista en el primer día del año. Mientras el dictador aterriza en Santo Domingo y pide refugio a su colega Trujillo, en La Habana los verdugos huyen, sálvese quien pueda, en estampida.
Earl Smith, embajador norteamericano, comprueba, horrorizado, que las calles han sido invadidas por la chusma y por unos cuantos guerrilleros sucios, peludos, descalzos, igualitos a la pandilla de Dillinger, que bailan guaguancó marcando a tiros el compás.
Memoria del Fuego III. El siglo del viento.
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